La presencia de la cultura romana en la zona coincide con el cenit de la desconocida ciudad de Cabeza Ladrero, que alcanza en este momento su mayor extensión (entre 16 y 18 Ha).
 
La ciudad se desarrolló al abrigo de una calzada de comunicación (la vía Caesaragusta-Beneharnum) que permitía la unión entre el valle del Ebro y el sur de la Galia, en un emplazamiento estratégico a menos de un día de marcha de otras tres ciudades: Los Bañales (Uncastillo), Campo Real/Fillera (Sos del Rey Católico/Sangüesa) y Santacris (Eslava),  cuya identidad a día de hoy continúa siendo un apasionante misterio para los investigadores.

 

Gracias a las prospecciones y a más de una veintena de sondeos arqueológicos se conoce a grandes trazos de su distribución urbanística, siendo factible la identificación de un espacio de habitación y de, al menos dos áreas necropolitanas.
 

 

Roma

Por otro lado, buena prueba del influjo que tuvo la ciudad es la identificación, por el momento, de más de setenta sitios de diferente tamaño y funcionalidad que ponen en explotación el presumible territorium o área de influencia de la ciudad.

 

De entre ellos sin duda destacan tres villae (Larraz, Villavetre y San Román) que coexistirían con multitud de pequeños enclaves que surgieron especialmente entorno a las vías de comunicación que atravesaron la zona.

 

Su número se va ampliando conforme se  desarrollan las sucesivas campañas de prospecciones, destacando los espectaculares centros productivos de Peña XXXII  y Sofuentes II o los interesantes sitios de Fajas de la Noguera y Corral de Ibarra (de función desconocida), conocidos desde antiguo.
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